sábado, 31 de enero de 2009

EL TORO EMPUJANDO LA NOCHE

Si le persigue, posibles dificultades en los negocios. Si es dócil y saludable significa que es usted quien gobierna su vida. -

Símbolo de la fuerza creadora, es el toro, al decir de “Bachofen”, y el alfa de la Naturaleza, puesto que su más importante tarea es la procreación. En el toro se encierra una vida instintiva desenfrenada y ciega. -

Simboliza la excitación de los sentidos, dirigida sobre lo sexual, la vitalidad en sí misma. Es un animal de lucha, pero también objeto de culto, pues su fuerza creadora era, en el sentir de los pueblos antiguos, divina. -

Ésta puede ser devoradora, pero también renovadora. Cuando el toro persigue en sueños al soñador, amenazando con cornearlo, es que en el que sueña, han estallado las más vitales fuerzas naturales, con la pretensión de rendirlo, de hacerlo víctima. -

Por esto los héroes de los mitos han combatido siempre con toros salvajes para, mediante el sacrificio del toro, que es el sacrificio de lo que en ellos existe de salvaje, adquirir cultura a costa de la naturaleza”. -

Las corridas de toros es una manifestación de este encuentro. Los que sueñan con corridas de toros suelen contar la angustiosa expectación por ellos experimentada, durante la sangrienta fiesta votiva. -

Para los oneirocríticos árabes el toro representa una figura de poder, de gran representación y de ascendencia. Es un adalid, jefe de tribu, o dueño del hogar, o alcalde de una ciudad. -

Ver un solo toro es gobernar un solo año; para el industrial y el comerciante esta visión se interpreta por prosperidad comercial durante ese año. Soñar con muchos toros es señal de que gobernará una provincia, si tiene mérito o capacidad para mandar. -

Montar y domar un toro es un buen indicio para el soñador, pues simboliza el triunfo del mismo sobre sus fuerzas instintivas. Esta visión depara mucho bien y promete abundancia y sosiego. -

Comer la cabeza del toro es ganar dinero, siempre que el color del toro no sea colorado; mas si es comerciante obtendrá mucho éxito y sus socios estarán bajo sus órdenes. -

Simboliza el toro al hombre laborioso y dirigente, así el que soñó que montaba un toro, se interpreta por un hombre que tendrá a su servicio a un hombre útil para sus negocios. -

Si el toro estuvo cargado, se traduce por dinero que se recibirá, en proporción al tamaño y valor de la carga. Si el que sueña hace entrar al toro en su casa, es buena seña, porque augura un bien de donde menos esperaba. -

Si el toro es colorado, es enfermedad y muerte de un hijo o de un miembro de los deudos del soñador. -

Otros comprobaron que el toro es un enemigo de la clase obrera. Cuando se sacrifica en el sueño un toro o un buey para servirse de su carne, este acto onírico se debe interpretar por ganancia ilícita. -

Comprar un toro es tratar a los amigos o a la gente de alta jerarquía con palabras comedidas. -

Ben Sirin decía que el toro era el símbolo de los persas, y cuando en la visión se veían más de catorce toros, la visión presagiaba una guerra; pero si sólo se veían menos números, la acción belicosa decrecía hasta una simple riña. -

El toro blanco es signo de buen agüero. Cuando un toro embiste a alguien con sus cuernos es señal de disgustos de los jefes inmediatos; excesiva fuerza sexual que provoca contrariedades en el buen sentir del que sueña; más si el toro hiere en su embestida: vaticinio de muerte inminente. -

Otros dicen que la embestida de un toro en el sueño se interpreta por el nacimiento de buenos hijos que Dios le dará al embestido. La mordedura de un toro es una enfermedad. -

El mugido del toro en la cara de alguien anuncia viaje a lugares distantes. Cuando un labrador sueña que un toro o un buey están tirando del arado en su finca, es signo de buena cosecha; mas si es comerciante la interpretación sería al revés. Esta misma visión representa para un magistrado: mayor erudición que obtendrá en su carrera. -

Soñar como si el toro le hubiera herido se traduce por peligro de muerte, si no es la muerte misma. El toro anuncia asimismo: aprietos, destitución de un jerarca, peligros en los mares. Una manada de toros es señal de peligros. -

Montar un toro en un viaje es conseguir mejoría de su situación, - el logro de buen concepto. Un toro negro que muerde o amenaza es un viaje en el mar muy accidentado. -

Ver entrar un numeroso rebaño de toros en una ciudad, señala: un peligro que vendrá de asaltantes, vejámenes y perjuicios. Un toro que en el sueño derriba a alguien, si es un alto funcionario, es signo de su destitución. -

Otro interpretó al toro por un hombre malvado, lascivo. Si al toro se le sueña vencido o muerto, signo es de la muerte del soñador. Toro con muchos cuernos: años de abundancia. -

Un toro sin cuernos es un hombre de relativa importancia, pobre e insignificante y se compara a la oveja; en cuanto a su fuerza se asemeja al empleado cesante.. -

Asimismo el toro simboliza el hombre sexual, apasionado, reaccionario y revoltoso; a la vez es: el hermano que coopera, el amigo y peón que labra la tierra. -

Si una mujer ha soñado poseer un toro, si es casada señal es que su marido la obedece ciegamente y es un instrumento en sus manos; más si es soltera, será premiada con un marido. -

Matar un toro de un modo que no corresponde al acostumbrado por los matarifes, sino hiriéndolo en partes como en el vientre, costado, cabeza, etc., es señal de tortura y acto de injusticia que se cometerá con alguien. -

Degollar un toro para servirse de su carne o de su cuero es ayudar a un enemigo para luego saquearlo; para el comerciante este sueño le vaticina buenos negocios. -

Subir sobre los lomos de un toro colorado sin monturas, es enfermedad del soñador. Otros intérpretes aseguran que el toro simboliza también: belleza varonil, rebelión, donosura, buen porte, socorro para arreglar conflictos y disidencias entre los agricultores. -

El toro abigarrado de blanco y negro es: mucha alegría y regocijo; el negro es opulencia y curación de un mal. -

Ver a un toro majestuoso y desafiante puede ser un sueño favorable que atestigua una pujante energía creadora, cuando el toro nos persigue dispuesto a destrozarnos es que en nuestro interior los instintos primitivos están a punto de estallar, lo que siempre presagia una lucha muy difícil si no queremos sucumbir a ellos y pechar con las consecuencias. -

Representa a personas influyentes que, por razones diversas. Poseen poder de decisión sobre sus asuntos. Puede tratarse en particular de sus superiores jerárquicos, o relaciones cuya intervención tiene influencia sobre sus utilidades financieras. -

Ver un toro: advertencia de peligro próximo, contra el cual haría bien en protegerse. -

Un toro furioso y amenazante que lo persigue: graves problemas. Las relaciones con personas de rango superior se deteriorarán. Su situación se verá comprometida. Riesgo de perder su empleo. -

Cazarlo, hacerlo huir, matarlo: sus preocupaciones desaparecerán por algún tiempo. -

BOS TAURUS PRIMIGENIUS

En las cavernas del norte español, de la Aquitania francesa y en el arte cuaternario de Cantabria se conservan los trazos de bien armados toros. Un mágico intento de cazar animales a través de la pintura; un modo mágico de aumentar su producción y mutiplicación, pero, sobre todo, pruebas palpables de la existencia prehístórica del bravío animal y de que ya era cazado.
Precisamente, en la Edad Cuaternaria, los hielos de la última glaciación empujaron hacia el templado sur a muchas especies animales que alcanzaron la zona cántábra. Junto a los rebaños de renos, el elefante lanudo de grandes colmillos retorcidos, el rinoceronte de tabicada nariz, los caballos y las cabras silvestres, el gran oso, el león y la hiena de las cavernas llegaron los bisontes, los toros salvajes que constituyeron el origen del toro bravo español.
Los dibujos de bóvidos en grutas y abrigos se encuentran, por ello, distribuidos por toda Iberia, destacando los de Asturias (Peña de Candamo, Buxu, Loja, Pindal, Tito Bustillo), Santander (Altamira, Pasiega, Castillo, Covalanas y Hornos de la Peña), Vizcaya (Basondo, Santimamiñe y San Martín), Guipúzcoa (Altxerri y Cestona), Soria (Balonsadero), Cuenca (Peña del Escrito, Rambla del Enear y Marmalo), Teruel (Prado del Navazo y Callejón del Plou), Lleida (Cogul), Tarragona (Montsía y Valltorta), Castellón (Remigia), Albacete (Minateda y Venado), Murcia (Cantos de Arabí y La Pileta) y Cádiz (El Arco).

Las pinturas rupestres demuestran que el toro ya existía en España antes de la llegada de los celtas. El uro. Son pruebas de un antiquísimo culto del toro, como demuestran los testimonios de Diodoro. La figura del toro salvaje se representa de forma naturalista: marcada corpulencia y fuerza, en especial los cuernos. A veces, el hombre se encuentra junto a él como cazador. En algunos lugares, se produce una antropomorfización del toro, pero en Iberia su figura está ligada a la magia del mundo vegetal, del animal o del humano. De un ser ligado a la tierra, sobre la que se yergue su figura benéfica, presente en el mundo humano como amigo aristocrático y familiar, cuyo máximo prestigio nace de su poder generativo. El arte rupestre se complementa, además, con el hallazgo de monumentos arqueológicos referentes a la existencia del toro y a su condición de protagonista en lo que, luego, fue un espectáculo de masas. Ejemplo de ello son la Piedra de Clunia (estela taurina donde un toro acomete a un hombre armado con un escudo y una espada), el Vaso Historiado de Liria (en el que, dos o tres siglos antes de Cristo un cornalón se enfrenta a dos cazadores con sendas mazas) o los conocidos Toros de Guisando.
Los fósiles y los restos prehistóricos también evidencian la presencia del toro en España miles de años antes de que pudieran traerlo celtas, por el norte; griegos, por el este; y africanos, por el sur. Así sucede en la santanderina cueva de Pando, los yacimientos del Pisuerga y del madrileño valle del Manzanares, lugar al que acudían las reses a beber y donde serían cazados y descuartizados por el hombre.
Los terrenos cuaternarios cuentan con fosilizados restos del uro, la forma primitiva del bóvido actual. Este toro salvaje del neolítico está considerado como el único ascendiente de todas las razas actuales y habitaba las tierras de Iberia e Inglaterra, desde el oeste de Europa hasta China. En unos y otros sitios, sería domesticado para obtener carne, leche, pieles y fuerza para el trabajo, motivo suficiente para lidiarlos. Por ello, la caza se convirtió en un combate donde la bravura y la nobleza de la bestia, la ciega acometividad para la pronta embestida y la ausencia de malicia y astucia para no ser engañado sugirió al hombre la idea de sortear al animal hasta dominarlo y vencerlo.
El toro primigenio fue un animal feroz que los alemanes llaman auerochs y los germanos y celtas debieron conocer por la similar voz de auroch (de aur, salvaje; y och, toro). Esta, en latín, sonaba como el vocablo urus, que Julio César introdujo en su idioma y correspondía a un cuadrúpedo enorme y muy peligroso. Debió ser, en cualquier caso, muy distinto de aquéllos cuya cruz se alzaba a casi dos metros de altura. Mas, aún así, gozaría de dos largos cuernos y de pelo negro en los adultos, castaño oscuro a veces, con un listón blanco en el espinazo, y más claro en terneras y becerros.
El uro habitó los bosques de la Europa central y nórdica, hasta que desapareció como especie durante la Baja Edad Media. No obstante, perduraba al principio del siglo XV en los bosques lituanos, cerca de Prusia, y, aún dos siglos después, en el bosque polaco de Jaktorowka, al suroeste de Varsovia. Incluso, representaciones de este bos primigenius se han encontrado entre los ríos Tigris y Eufrates.

miércoles, 28 de enero de 2009

Tauro o Taurus (símbolo , Unicode ♉) es una constelación zodiacal; su nombre en latín significa toro. Destaca en el cielo invernal, entre Aries al oeste y Géminis al este. Al norte se encuentran Perseus y Auriga; al sureste Orión, y al suroeste Eridanus y Cetus.

En el zodíaco es el segundo signo. Como tal, en la antigüedad contenía la constelación del mismo nombre, pero la precesión de los equinoccios ha hecho que el signo de Tauro se encuentre ocupado por la constelación de Aries. El Sol entra en este signo hacia el 21 de abril.


Aldebarán (α Tau), la estrella más brillante de la constelación, es una gigante roja de primera magnitud, mientras que Elnath (β Tau) forma los cuernos del toro junto a ζ Tauri. Dos estrellas variables en la constelación, T Tauri y RV Tauri, son los prototipos de sendos grupos de estrellas que llevan sus nombres.

Tauro contiene dos de los cúmulos abiertos más conocidos del firmamento: las Pléyades, donde cabe señalar a Merope (23 Tau), y las Híades, cuya estrella principal es γ Tauri.

Estrellas principales

Objetos profundos notables en el cielo

Las Pléyades son uno de los atractivos de la constelación Tauro
  • Las Híades, un cúmulo abierto de estrellas que contribuye a formar la "V" en el cielo que forma el inicio de la cabeza del toro.

Mitología

Constelación de Taurus.

En la mitología griega, Tauro es la forma de toro que el dios Zeus adoptó para seducir a Europa, una mítica princesa fenicia. Tuvieron tres hijos: Minos, el legendario rey de Creta, Sarpedón y Radamantis.

Otra versión nos dice que fue la bestia que envió la diosa Hera para acabar con Orión.

Según otra versión, Tauro sería la forma de Ío, cuando ésta fue transformada en vaca.

martes, 27 de enero de 2009

EL MITO DEL TORO

El significado del ganado en los pueblos orientales indujo a la utilización de las imágenes y símiles alusivos, contenidos en un figurativo lenguaje. La relevancia del vacuno sobre el resto, en particular de las cualidades y características del toro salvaje, convirtió a esta especie en la más adecuada para sus comparaciones. De hecho, las tiaras reales de Anatolia, Levante y Mesopotamia, se adornaban simbólicamente con imitaciones de astas de bovino.


· EGIPTO

El profundo significado que alcanzó el toro en Egipto hizo que el faraón fuese equiparado con un toro bravo. Su imagen respondía a la de macho dominante y encarnación de la fertilidad viril como su padre solar, Ra (dios creador y omnipotente). A partir del Imperio Nuevo, Ra se unió a Amón pasando a ser denominado Amón-Ra, Alimento de Vida o Toro de las Cuatro Doncellas.


· MESOPOTAMIA

En Mesopotamia, la realeza era un regalo de los dioses a la sociedad y que se conservaba hasta entonces en el Cielo, bajo la vigilancia de Anu, divinidad sumeria que se remonta hasta el IV milenio a.C. que detentaba los atributos reales. Su liderazgo lo compartía con su hijo Enlil que se encarnaba como viento tormentoso. Estos dioses más bien, eran los consejeros de los reyes. Los soberanos actuaban tras escudriñar detenidamente las directrices de la voluntad de los dioses, voluntad que era a la vez destructiva y beneficiosa al mismo tiempo. Los apelativos de los dioses manifestaban claramente esta dualidad. Por ejemplo, Enlil era el señor de los países, rey del país, señor del cielo y tierra (actuaciones que beneficiaban a los hombres) caracteres opuestos a su identificación con el toro que hace temblar cielo y tierra, el que ataca, dios del cuerno. Anu también era identificado con un toro salvaje


· LEVANTE ASIÁTICO Y ANATOLIA

La protección de los dioses taurinos fue creencia extendida a Anatolia y Levante. La intervención divina en el derecho al trono consistía en respaldar al soberano en su misión y pedirle cuenta de sus acciones. Se buscaba resaltar los vínculos de unión entre la corona y la divinidad, concretamente con el dios más importante del panteón, el de las tormentas o toro poderoso.



· IBERIA

Cultos procedentes de Asia Menor, de Grecia y de Egipto dejaron testimonio en nuestra tierra, cultos en los que el toro era símbolo de engendrar fuerza y vida, elemento especialmente importante en los cultos ibéricos. El toro en Iberia era un animal sagrado, tal como lo indican las numerosa figurillas exvotos de bronce, encontradas en diversos lugares y, especialmente, en Levante.

miércoles, 21 de enero de 2009

La adoración del Toro Sagrado era común en el mundo antiguo. Es quizás más familiar a Occidente por el episodio bíblico del becerro de oro fundido por Aarón y adorado por los hebreos en el monte Sinaí (Éxodo). Se usaron toros jóvenes para marcar fronteras en Tel Dan y Bethel, delimitando el Reino de Israel. En otras culturas, Marduk es el «toro de Utu» y la montura de combate del dios hindú Shiva es Nandi, el toro.

Los uros aparecen representadas en muchos pinturas rupestres del Paleolítico europeo, como las de Lascaux y Livernon (Francia), así como en antiguos grabados. El peligroso uro sobrevivió hasta la Edad de Hierro en Anatolia y Oriente Próximo, y fue adorado por toda la región como animal sagrado. El Poema de Gilgamesh sumerio describe la muerte del Toro del Cielo, Gugalana, esposo de Ereshkigal, como un desafío a los dioses.

Desde los tiempos más remotos, el toro fue lunar en Mesopotamia, representando sus cuernos la luna creciente, aunque no puede recrearse un contexto específico para los cráneos de toro con cuernos (bucrania) conservados en un santuario del VIII milenio a. C. en Çatalhöyük (Anatolia oriental). El toro sagrado de los Hatti, cuyos elaborados estándares fueron hallados en Alaca Höyük junto a los del ciervo sagrado, sobrevivió en las mitologías hurrita e hitita como Seri y Hurri (‘Día’ y ‘Noche’), los toros que llevaban al dios del tiempo Teshub sobre sus espaldas o en su carro, y que pacían en las ruinas de las ciudades.[1] En Chipre se usaron máscaras rituales de toro hechas con cráneos reales. En esta isla se han hallado figuritas de terracota llevando máscaras de toro[2] y altares de piedra neolíticos con cuernos de toro.

En Egipto el toro fue adorado como Apis, la encarnación de Ptah y más tarde de Osiris. Una larga serie de toros ritualmente perfecto fueron identificados por los sacerdotes del dios, hospedados en el templo toda su vida, embalsamados y encerrados en sarcófagos gigantes. Una larga secuencia de sarcófagos monolíticos se guardaba en el Serapeo y fue redescubierta por Auguste Mariette en Saqqara en 1851. El toro también fue venerado como Mnewer, la encarnación de Atum-Ra, en Heliópolis. En egipcio, Ka es tanto un concepto religioso de la fuerza o poder vital como la palabra para ‘toro’.

Walter Burkert resumió la revisión moderna de una identificación superficial y difusa de un dios que era idéntico a su víctima sacrificial, que había creado analogías sugestivas con la eucaristía cristiana para una generación anterior de mitógrafos:

Sin embargo, el concepto del dios teriomórfico y especialmente del dios toro puede borrar también demasiado fácilmente las muy importantes distinciones entre un dios llamado, descrito, representado y adorado en forma animal, un animal real adorado como un dios, los símbolos y máscaras animales usados en el culto, y por último el animal consagrado destinado al sacrificio. La adoración animal de este tipo hallada en el culto egipcio de Apis es desconocida en Grecia.[2]

Cuando los héroes de la nueva cultura indoeuropea llegaron a la cuenca del Egeo, se enfrentaron con el antiguo Toro Sagrado en muchas ocasiones, y siempre lo superaron, en la forma de los mitos que han sobrevivido. Para los griegos, el toro estaba fuertemente relacionado con el Toro de Creta: Teseo de Atenas tenía que capturar al antiguo toro sagrado de Maratón antes de enfrentarse al toro-hombre, el Minotauro (en griego ‘toro de Minos’), al que se imaginaba como un hombre con cabeza de toro en el centro del laberinto. Los antiguos frescos y cerámicas minoicos representan rituales de taurocatapsia, en los que los participantes de ambos sexos saltaban por encima de los toros agarrándose a sus cuernos. A pesar del aviso constante de Burkert es que «es peligroso proyectar la tradición griega directamente en la Edad de Bronce»,[3] sólo se ha hallado una imagen minoica de un hombre con cabeza de toro, un diminuto sello actualmente en el Museo Arqueológico de La Canea.

En el culto olímpico, el epíteto de Hera] Bo-opis suele traducirse como ‘con ojos de buey’, pero el término podía aplicarse también si la diosa tenía la cabeza de una vaca, y por tanto el epíteto podría revelar la presencia de una concepción icónica anterior, aunque no necesariamente más primitiva.[cita requerida] Los griegos clásicos nunca se refirieron por lo demás a Hera simplemente como la vaca, si bien su sacerdotisa Ío fue literalmente una ternera picada por un tábano, forma en la que Zeus se apareó con ella. Zeus adoptó papeles más antiguos y, en la forma de un toro que salía del mar, raptó a la noble fenicia Europa y la llevó, significativamente, a Creta.

Dioniso era otro dios de resurrección que estaba fuertemente vinculado al toro. En un himno de culto procedente de Olimpia, en un festival en honor a Hera, también se invitaba a Dioniso a aparecer como un toro, «con la furia de su pezuñas». «Con bastante frecuencia es retratado con cuernos de toro, y en Cízico tenía una imagen tauromorfa», cuenta Burkert, y alude también a un mito arcaico en el que Dioniso es masacrado como un ternero y comido impíamente por los Titanes.[4]

En el periodo clásico de Grecia, el toro y otros animales identificados con deidades eran separados como sus agalma, una especia de pieza heráldica que significaba concretamente su presencia numinosa.

El famoso caballo de Alejandro Magno se llamaba Bucéfalo (‘cabeza de buey’), enlazando al autoproclamado dios-rey con el poder mítico del toro.[cita requerida]

Tauroctonía de Mitra en el Museo Británico (Londres).

El toro es uno de los animales relacionados con el culto sincrético romano y helenístico tardío de Mitra, en el que la muerte del toro astral, la tauroctonía, era tan central en el culto como la crucifixión en el cristianismo de la época. La tauroctonía estaba representada en cada mitreo (compárase con el muy parecido sello tauróctono de Enkidu). Una sugerencia muy discutida relaciona los restos del ritual mitraico con la pervivencia o auge de la tauromaquia en Iberia y el sur de Frencia, donde la leyenda de san Saturnino de Tolosa y su protegido en Pamplona, san Fermín, está inseparablemente relacionada con los sacrificios de toros por la vívida forma que adoptaron sus martirios, fijados por la hagiografía cristiana en el siglo III, que también fue el siglo en el que el mitraísmo estuvo en su apogeo.

La mitología irlandesa incluye las historias del épico héroe Cuchulainn, que fueron compiladas en El libro de la vaca parda del siglo VII.

En algunas religiones cristianas se escenifican belenes en Navidad. La mayoría de ellos incluyen un toro o un buey echado en el pesebre, cerca del recién nacido Jesús. Las canciones navideñas tradicionales cuentan a menudo que el buey y el burro calentaban al infante con su aliento.

El toro sagrado sobrevive en la constelación Tauro.

Notas [editar]

para empezar livianiiito

Apis (mitología)



El toro Apis: Saqqara. Louvre

Apis fue un dios solar, de la fertilidad, y posteriormente funerario, en la mitología egipcia.

  • Nombre egipcio: Hap, Hepu. Nombre griego: Apis (Απις), Epafos.

Contenido

[ocultar]

Iconografía [editar]

Toro u hombre con cabeza de toro, con el disco solar, uraeus, entre sus cuernos.

Mitología [editar]

Hijo de Isis, como vaca, fecundada por un rayo del Sol.

El toro Apis era sagrado en el antiguo Egipto. Desde el Imperio Nuevo se le consideraba el heraldo de Ptah, su Ka, luego de Osiris, y más tarde de Sokar. Por esto último, llego a considerarse una de los integrantes del panteón de dioses egipcios asociados con la muerte.

Culto [editar]

Fue venerado en Menfis, desde épocas de las primeras dinastías, como dios relacionado con la fertilidad de los rebaños, con el Sol y el dios del Nilo. Su culto pasó a Alejandría en la época ptolemaica, siendo muy popular entre griegos y romanos. A diferencia de los cultos de la mayoría de las otras deidades de Egipto, la veneración al toro Apis fue adoptada por los griegos, después, por los romanos, perdurando hasta casi el siglo IV.

Sincretismo [editar]

Ptolomeo I Sóter introdujo el culto a Serapis, dios sincrético, con elementos mitológicos griegos y egipcios. El culto a Serapis perduró hasta el año 385, cuando los cristianos destruyeron el Serapeum de Alejandría, y, posteriormente, su culto fue prohibido por el decreto Teodosio I.

Tradiciones [editar]

Existía una tradición muy importante relacionada con su muerte, momento en el cual se realizaba una celebración, dado que existía la creencia de que renacería. Tras un período de luto de sesenta días, mientras que era embalsamado, se enterraba el cuerpo del buey, y en ese momento los sacerdotes de Ptah le buscaba un sucesor. Al encontrarlo, se realizaba otra festividad.

Serapeum de Saqqara [editar]

Auguste Mariette excavó el Serapeum de Saqqara hallando los sarcófagos de más de sesenta bueyes, aunque vacíos, que iban desde la época de Amenofis III a la de Ptolomeo X Alejandro. Al principio, cada animal era enterrado en una tumba con una capilla construida sobre él. El sacerdote Jaemuaset, hijo de Ramsés II (siglo XIII a. C.), excavó una gran galería con cámaras laterales donde se alojaban sus tumbas (también fue enterrado allí); otra galería similar fue añadida por Psamético I. Estelas funerarias con la declaración de la edad de los animales, las fechas de nacimiento y su muerte, con referencias a los reyes coetáneos, han arrojado mucha luz sobre la cronología de la vigésima Segunda dinastía en adelante. El nombre de la madre-vaca y el lugar de nacimiento se registraba a menudo. Los sarcófagos son de gran tamaño, y el entierro debió haber originado enormes gastos. Además, es loable que los sacerdotes lograran enterrar a uno de los animales en el cuarto año de Cambises II.


Hepu (Apis)
en jeroglífico
V28 Aa5
Q3
E1
Aa5
Q3
G43
Aa5
Q3

Otros toros sagrados [editar]

Apis no fue el único toro adorado en Egipto, aunque menos conocidos, al menos hubo tres tipos más de toros sagrados:

  • Mnevis o Merur, el toro sagrado relacionado con Atum-Ra, llamado "La renovación de la Vida", y con Osiris como Mnevis-Osiris o Mnevis-Uenen-Nofer; fue venerado en Heliópolis.
  • Bujis o Baj, el toro sagrado de Montu, venerado en Hermontis, el "Toro de las montañas y el ocaso".
  • El toro del dios Min, venerado en Coptos y Jemnis; mencionado con relación al dios Min.

Curiosidades [editar]

Según la leyenda, cuando el rey persa Cambises II conquistó Egipto, ratificó su posición matando en la vía pública un toro y comiéndoselo, diciendo a continuación: ¡mirad como me como a los dioses de Egipto! Las fuentes griegas muchas veces no son fiables. Heródoto (s. V a. C.) afirmaba que Cambises atacó al culto al toro Apis, pero pruebas egipcias lo re